Crónica de la donación desde la ciudad del Adelantado

Estos días hemos reubicado nuestro punto de colecta habitual de la calle La Carrera, al lado de la Catedral de La Laguna. Hemos cambiado nuestra unidad móvil por las instalaciones del Edificio Central de la Universidad de La Laguna (ULL).

La ULL está siendo generosa con el Instituto Canario de Hemodonación y Hemoterapia (ICHH) y esta mudanza nos ha hecho recordar otra que tuvo lugar en el año 1953, cuando se trasladaron las aulas de la sede de la Universidad de San Fernando, en la calle La Carrera, al Edificio Magno que ahora nos acoge. En aquel entonces, alumnos y profesores cogieron los pupitres y las sillas en volandas y fueron por las calles laguneras, con sábanas simulando togas, hasta llegar al lugar en el que estamos. Hoy hemos transportado las camillas y el material para disfrutar junto a nuestros donantes de las elegantes vidrieras de sus escaleras; de un Paraninfo que suena hueco a la espera de las voces y la música; de los pasillos y las aulas extrañas, sin el saber que profesores y alumnos comparten en ellas.

Antes trabajábamos a los pies de La Catedral, ahora a la sombra de La Capilla Universitaria, oscura de luz pero llena de esperanza.

Esperanza que nos traen los donantes de sangre, que llenan los espacios con su generosidad.

Recargan vidas, donando.

Y, al mismo tiempo, nos cuentan sus historias, que nos enorgullecen en estos tiempos de Covid-19.

Como la de Maca, taxista que traslada a los sanitarios que trabajan en la hospitalización domiciliaria, y nos visita al finalizar su turno.

Como la de Gabriel, su restaurante está cerrado, pero trabaja todos los días para diversas ONGs, cocinando, con los alimentos que han cedido los hoteles. Cuidando así las necesidades que están pasando muchas familias.

Como las de Laura, David, Isabel, Julio. Profesores de distintas etapas, que estos días, en tiempo récord, han inventado mil fórmulas para contactar con sus alumnos para seguir enseñando e interactuando con ellos, transmitiendo que en este tiempo hay optimismo, ilusión y creatividad. Y algunos que incluso van más allá y ejercen de psicólogos con las familias.

Como la de Airam, Lucía, Sergio. Estudiantes que hacen un parón en medio de sus preocupaciones. Y algunos aprovechan para estrenar sus 18 años con nosotros.

Como la de Javier, Juan, Francisco, Raquel. Donantes que se han quedado estos días en paro o pendientes de un ERTE. Miran el presente y saben que ahora lo importante es arrimar el hombro.

Como la de Carmen Rosa, autónoma sin clientes, que se apuntó enseguida de voluntaria, y colabora todos los días en una ONG atendiendo llamadas telefónicas.

Como la de Ana y Joaquín, matrimonio, que vienen juntos a donar, porque saben que ese ejemplo servirá para sus hijas, que se han quedado en casa.

A todos ellos, gracias por llenar la ULL de otra forma.

Gracias por recargar vidas y recargar, también, la de los profesionales que trabajamos en el ICHH.

Juntos estamos consiguiendo que el Covid-19 se convierta en Convida 20.

Un abrazo,

Cristina, médico del ICHH