
La sangre es un producto perecedero. Cada uno de sus componentes necesita unas condiciones diferentes para mantenerse en perfecto estado y por tanto tienen una duración variable: los glóbulos rojos tienen una vida útil de 42 días, las plaquetas de 7 días y el plasma de 2 años.
Este tiempo de caducidad es una de las razones por las que es necesario mantener un número constante de donaciones todos los días del año.